miércoles, 11 de febrero de 2009

De la relación directa entre anormales y pantalones

Vivo en un sitio de esos donde por la mañana hace un frío que corta el pis. Llevamos 3 meses finos, en ese sentido. Es también un sitio donde vive mucha gente chachi guay piruli, sin darse cuenta de que el único chachi guay piruli aquí soy yo. Allá ellos y su bendita ignorancia.

La cosa es que en el maravilloso mundo de Chachiguaypirulilandia siempre hace calor. O al menos esa es la impresión que me da, porque llevo un invierno de ver a gente haciendo que tiene calor que es algo flipante. El día que se batió el récord de temperaturas bajas de los últimos 25 años, al llegar a la oficina vi a un cuarentón pasar en un mini descapotable. Sí, sí, sin la capota, calva al viento. A 7 grados bajo cero. Las cosas se deben de estar poniendo muy mal los sábados noche en los desguaces como para intentar pillar así un lunes por la mañana, a no ser que lo que se quiera es una neumonía.

Pero la gota que colmó el vaso fue la semana pasada. No había -7ºC , pero 0 grados, aunque diga el chiste que “ni frío ni calor”, a mí me sigue pareciendo una temperatura, cuando menos, fresquita. Pues enfrente de mi oficina, a la puerta de una urbanización llena de futbolistas, actores y gente menos famosa pero más rica aún, me encontré a las 8 y cuarto de la mañana con dos niños casi impecablemente vestidos, peinados y perfumados para ir al colegio. Y digo lo de “casi” porque saltaba a la vista un detalle que probablemente no tenga importancia para los progenitores de los dos querubines, pero que sí la tiene, y mucha, para los dos afectados y cualquier observador con dos dedos de frente: llevaban pantalones cortos.

Vamos a ver, a mí ya me parece antinatura que un crío de 6 años tenga que salir de casa de noche para ir al colegio (que se lo pregunten a los sufridos niños gallegos, que se pasan medio curso sin ver la luz del día hasta el primer recreo). Pero que encima les obliguen a pasar frío… no me jodas. Seguro que su madre va por la peluquería presumiendo de los guapísimos y lo listos que son sus hijos. Y su padre enseña en el trabajo las fotos de las últimas vacaciones en Puerto Banús pregonando lo machotes que le han salido sus dos “cabroncetes” (esto es real, se lo he oído esta mañana en mi trabajo a un tío de corbata). Pero resulta que esos dos cabroncetes, esa misma madrugada, ya no sabían qué postura poner esperando al autobús, que uno duda de si se están meando o tienen las rótulas dislocadas (unas rótulas levemente cubiertas por un pellejo violeta cuarteado como los zapatos sin betún), mientras pedían a gritos con la mirada que alguien los matase para dejar de sufrir. Claro, sus orgullosos padres no se enteran de esto porque están desayunando mientras a los críos les acompañaba en la acera su interna boliviana, también impecablemente vestida con su cofia y delantal de puntillas, a la que pagan 400 € al mes por vivir en una habitación con tragaluz acondicionada en el semisótano de la casa.

Y me he puesto de tan mal humor escribiendo esto que ya dejaré para otro día al anormal que hoy iba en el metro con los pantalones atados a medio muslo, caminando como un pingüino que se ha cagado encima, para que así todos pudiéramos admirar sus gayumbos blancos de algodón, simétricamente divididos en su parte trasera por una raya húmeda beige.

4 comentarios:

LaGrand dijo...

Yo no creo que sea porque me esté haciendo viejo -que me estoy haciendo-.
De hecho veo a gente joven vestida de una manera llamativa, diferente, original... llámalo como quieras; y, joder, me quito el sombrero. Por la originalidad, por la personalidad, por las narices que le echan, aunque a veces el gusto no sea lo que más destaca. Pero lo valoro un montón.
Todos nos hemos vestido alguna vez de manera incómoda para una fiesta o una boda y más las chicas, que muchas lo hacen a diario.
Incluso en mi adolescencia me vestí de manera que ahora me parece bastante ridícula. Modas, edad... lo que fuese.
Pero el hecho de ver a esos tíos con los pantalones a la altura de medio culo, con esos andares de gilipollas, no lo entiendo.
Porque es que no se trata de chavales de 13 años, que puede ser comprensible. Estamos hablando de tíos de casi 30 o más años. Que generalmente están más pendientes de que no se les suban los pantalones que de respirar. Suelen mirarse en todos los espejos y cristales, llevan cortes de pelos horribles, van como de look casual cuando realmente están todo el día pendientes de su imagen y sinceramente dan impresión de ser gilipollas profundos.
Es una impresión porque que son horteras es un hecho.

gonzalomelero dijo...

Y que lo digas. Yo tengo fotos en el año 91 que parezco el primo de Utah de Michael Jackson. Pero al menos le daba a los pantalones el uso para el que están destinados. Si lo que quiero es matarme subiendo unas escaleras, me ato los cordones de los zapatos.

De todos modos, hay que pensar en la razón última (y causa, por ende) de todo este desatino. Me explico. Imaginemos que me da por ir a la "facu" vestido a la moda de la corte de Louis XVI: la peluca, el polvo de arroz, el lunar de pega, mis zapatitos de tacón con medias hasta la rodilla, una camisa llena de chorreras y mi pañuelito colgando de la mano. Todo el mundo se descojonaría de mí hasta que se diesen cuenta de que las tías vienen a hablar conmigo en el recreo, con tres de ellas quedo para tomar un café al salir y dos acaban en mi casa de madrugada. Al día siguiente, todos los tíos de la universidad irían también vestidos de rey Sol. Y sería cuestión de días que las tiendas de medio occidente exhiban sus creaciones versallescas en los escaparates, extendiendo la moda a todo el orbe conocido. ¿Por qué? Porque a ellas les gusta, somos sus esclavos sexuales.

El tío que vi yo el otro día seguro que sufría tanto con eso puesto como yo al verle. Pero un día pilló con esa tía tan buena de 3ºB y ahora ella es el dios vengativo del Medievo. O le complaces o te espera toda una eternidad en el Infierno.

Magisma52 dijo...

Hola Gonzalo:

Te veo un pelín pesimista... ¿Se puede saber qué te pasa con Madrid y con las tías? Lo de la ciudad, en parte, lo entiendo. Pero precisamente el hecho de que haya DE TODO es lo que la hace una ciudad fascinante. Puedes ir así (de mal) vestido y nadie te dice nada, ni se lo cuentan a tu familia ni te arruinan la reputación para el resto de tu vida. En mi caso, que soy una freaky consumada, es una gran ventaja, e intentar llevar mi modo de vida en un pueblo sería una pesadilla constante.
Respecto a lo que las mujeres "queremos"... precisamente ayer pensaba en eso: es todo muchísimo más sencillo. Queremos... exactamente lo mismo que vosotros, en el mismo orden, con las mismas ganas. El problema: los tíos piensan que las tías quieren cosas raras y complicadas y que cuando dicen algo piensan exactamente lo contrario. Las tías vemos que los tíos hacéis cosas raras y pensamos que es una estrategia de despiste para que en realidad hagamos lo que no queremos que parezca que queremos hacer (tranquilo, yo también me he perdido). Quizá esta teoría sólo funcione para mí (a mí también me gustaría saber qué piensan realmente las demás mujeres), pero me encantaría que todo fuese más sencillo y la gente no se complicara tanto la vida. Viste como quieras, di lo que realmente sientes y se feliz!

Y anímate, que ya sólo quedan dos telediarios para el finde.

Besitos

Marta

gonzalomelero dijo...

Ah, amiga Marta. Qué grandes verdades se desprenden de tu comentario. Un día te daré el teléfono de mi compañera de piso barra ex, para que le expliques que todo es mucho más sencillo y que si se acaba el champú puede ser culpa de cualquiera menos mía, que soy calvo...
Pero tienes razón, voy a vestirme como me pida el cuerpo y voy a salir por Madrid sonriendo y siendo feliz, ¡que hay de todo y hoy es viernes!.


Ya he vuelto. Sigo sin encontrar el mar por ningún lado. Dame un toque un día y me dices por dónde cae, que yo te invito a unos saganakia.

Besos