lunes, 19 de febrero de 2007

Plakes (Skiathos) - Grecia

A poco más de un tiro de piedra mar adentro desde el cabo Pilion, en el vinoso ponto, abundante en peces, se encuentra la verde isla de Skiathos. Su principal puerto y población, de unos 3.000 habitantes, posee un viejo barrio junto al viejo puerto, con una vieja iglesia y viejas calles adoquinadas de paso angosto, encaladas paredes y brisa de mar. Gatos pardos y flores de un fucsia intenso, incluso a la luz de la luna creciente, orlan el caminar hacia el cabo. Apenas una docena de pequeños escalones me alejan de la débil luz de los faroles y me adentran en un frondoso túnel de pinos que baja en irregular pero contínua pendiente. Pasando junto a la pequeña capilla, donde es probable que aún titile alguna piedra de incienso, dos amantes que retozan en el banco no se detienen, sabedores de que la oscuridad les protege.

20 metros más allá, el camino se convierte en talla improvisada de escalones más o menos naturales. Casi a tientas, salgo del bosquecillo y piso firme sobre el mármol color hueso. Ahora sí es patente el arrullo del mar, que acaricia el mármol con suaves ondulaciones que no llegan a ola. Avanzo hacia mi izquierda, hacia el lado desde el que se divisa el viejo puerto y aún se percibe su lejano rumor, más débil incluso que el tímido vaivén del agua.

Me tumbo boca arriba y mis sentidos se abren. Lo percibo todo. La luna extiende su luz a través de las copas de los pinos. Las estrellas se cuentan por miles y sólo el botecillo de Kanapitsa turba ligeramente la inmensa paz que se respira. Hace calor y lo alivio con el bote de zumo de cereza que me he llevado. El primer trago es amargo, pues en el paladar estaba pegado aún el sabor del baklava que compré en la pastelería para el camino, pero después me viene todo el sabor dulzón y fresco de la fruta.



Ahí tumbado, dejo pasar las horas y, por una vez, no pienso en lo fácil que hubiese sido "quedarse allí, aquel día". Al fin y al cabo, hay cosas que merecen la pena.

1 comentario:

gonzalomelero dijo...

Para mí parece tan obvio que al final no dije que Skiathos está en el archipiélago de Las Espóradas, en el Mar Egeo, en ese bellísimo país que es Grecia. Lo rectificaré ahora en el título del post.