jueves, 16 de noviembre de 2006

Oda al amor perdido

No te largaste con brío,
ni siquiera dijiste adiós.
Sólo dejaste vacío
donde antes éramos dos.

Busqué con quién ocuparlo,
recobrar el sabor en mi boca,
pero me convertí en mal bardo
que continuamente se equivoca.

Amarillo, blanco, morado,
rojo, verde, azul y rosa…
Ningún otro ha igualado
el dulzor de tu piel sabrosa.

Ayer, tras un nuevo fracaso,
vino tu recuerdo a mí,
torturándome sin fin
y busqué refugio en un vaso.

Y aquí estoy, totalmente borracho,
al borde de este acantilado.
Al caer, no mayor que un dado
será de mi cuerpo el mayor cacho.
Y me lanzo, gritando en bella estampa:
¿Dónde estás, oh, yogur de naranja…?

No hay comentarios: