jueves, 26 de octubre de 2006

Esas tardes de lluvia

Este lunes estaba metido en un atascazo antológico en la calle José Abascal, en Madrid (la cual tampoco estaba más atascada que el resto, también hay que decirlo), dentro de mi confortable Laguna azul oscuro, cuando en la radio empezó a sonar esto:



Y, sin saber por qué, de repente me sentí a gusto bajo aquella lluvia. Me daba igual llegar tarde a la oficina, que fuese lunes o que mi cuenta estuviese en números rojos. En ese momento mi coche se convirtió en la cocina de mis padres, una de esas tardes de invierno en las que no hay nada que hacer, el vaho orla el cristal de la ventana y huele a café y rosquillas de anís.

¡¡¡Dios, cómo echo de menos la tierruca!!!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

y nosotros te echamos de menos a ti

gonzalomelero dijo...

Padrino, si algo reconforta cuando echas de menos a alguien, es pensar que ese alguien también te echa de menos a tí. Amigos como tú ya no quedan, de veras. El resto te lo cuento por mail, que si sigo aquí van a pensar que entre tú y yo hay tema...jeje.