lunes, 5 de diciembre de 2005

La gran excusa

Este no es un post como otros, en los que una idea que se me viene a la cabeza es ordenada, estructurada, adornada con florituras verbales, etc. Hoy estoy escribiendo esto con las tripas, según me viene a la cabeza. Y sé que (en el caso de que alguien lo lea) no va a gustar, pero es tal cual lo siento. Me gustaría haber parafraseado a Umberto Ecco y copiar aquí íntegro el diálogo final de "El nombre de la Rosa", cuando Adso y Fray Guillermo, ante el incendio de la magnífica biblioteca, dudan acerca de la existencia de un orden universal y, por lo tanto, de un ser superior capaz de controlarlo. Resulta que no tengo el libro a mano, por lo que seré mucho más prosaico en la exposición del tema. Siento de veras que pueda molestar a mi madre o a mi esposa, que sé que son firmes creyentes, pero a veces la vida se empeña en demostrarte que hagas lo que hagas, intentes lo que intentes, el dolor y la injusticia en este mundo no tienen fin.

Dios no existe.
Si existe, no es omnipotente.
Si existe y es omnipotente, entonces es un sinvergüenza.

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