jueves, 26 de mayo de 2005

El eclipse de sol en el cuartel

Hace unos días me puse a divagar acerca del hecho probado de que los mensajes pierden información y coherencia en proporción directa al número de intermediarios. Pero no sabemos si se cumple también la propiedad reflexiva (la transitiva está más que demostrada, no hay más que leer los periódicos). Pasé a la acción. Escogí al azar (contradictoriamente) un texto de una revista que tenía a mano. Mi plan era coger ese texto, leerlo, escribirlo en otro papel y guardar el primero en un cajón bajo llave. Haría esa misma operación todos los días. Al final, comprobaría las diferencias entre el primero y el último. Acordé conmigo mismo (soy fácil de convencer) realizar la operación a lo largo de dos semanas.

Todos los días, antes de acostarme, cogía el papel del día anterior, lo leía, lo escribía en otro papel y guardaba el primero en el cajón. Así una y otra vez. Finalmente, un jueves a las 10 de la noche leí en voz alta el texto original: “El ayuntamiento de Zonganilla comprende 14 núcleos poblados repartidos a lo largo del valle de su mismo nombre, conformando un bello paisaje donde las fértiles vegas parecen hacerle la corte al majestuoso curso del río”. A continuación, leí lo que había escrito hacía no más de dos minutos: “Mi pimiento es amarillo”.

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